No basta con lavarse la cara con agua y jabón.
Una correcta higiene facial es muy importante, sobre todo antes de acostarse. No hacerlo dificulta el proceso de regeneración natural de la piel y acelera su envejecimiento. También retiene las impurezas y favorece la aparición de granos e irritaciones.
Hay impurezas en la piel que no son perceptibles a la vista, pero que se refuerzan si no se practica una buena higiene de la piel durante días o años. Aunque no te maquilles, es necesario que te limpies la cara para evitar la acumulación de partículas de contaminación como la suciedad, el tabaco o el polen.
Las toallitas desmaquillantes no se recomiendan porque transfieren las impurezas de una parte del rostro a otra y agreden innecesariamente el tejido. Si eres propenso al acné, corres el riesgo de que se abran los granos, que pueden inflamarse.
La mejor rutina de limpieza es aquella que elimina las impurezas sin agresiones y sin problemas como el desequilibrio del pH de la piel. La mejor opción para limpiar la piel es la leche limpiadora. Extiéndala sobre el rostro como una caricia, sin apretar y con las manos limpias. Retirar con toallitas cosméticas.
